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Mostrando las entradas etiquetadas como Crónica

El día que no fue

En ocasiones no comprendemos que todo es un instante, un segundo y nada mas, aunque lo comente pareciera ser que no me ha llegado a la cabeza. Cada día una acción similar, altas velocidades acompañan el camino al trabajo. Cien o ciento cuarenta kilómetros por hora, rebasar a la menor oportunidad, cerca algunos barrancos que importan si es deber estar a la hora. En algunas ocasiones los frenos han sido un gran apoyo para detener la unidad a tiempo, regresar al sitio donde antes se encuentra uno para seguir la marcha. Así ha sido desde hace mas de dos años, solamente en dos ocasiones la había visto cerca, en un punto ciego ante una pendiente una camioneta sale como si no estuviera ahí unos segundos antes logrando meterse por segundos. Hoy fue el momento en que se vio mas cerca. Rebasando en un espacio corto, una auto se queda muy abierto pero la osadía llega a su limite, por mas que pensaba que se regresaría, no lo hace, se mantiene en su lugar, dejando el único camino a un barranco.

El gran vendedor.

Caminando y caminando por el parque, viendo de un lado al otro cruzar personas. Algunos sentados sin mas esperando a alguien o perdiendo el tiempo, no se que sea de ellos; pensando en mi máximo objetivo un poco de fruta,algo que sacie mis ganas de consumir algo dulce. Nada mas no encuentro nada bueno, es mas no encuentro a ni una vendedora que me permita comprar algo de fruta. Casi me doy por vencido, a punto de decir ya mejor me compro una nieve, cuando observo una señora de edad avanzada lleva en una de sus manos unas diez servilletas de diferentes colores –servilletas, servilletas- va diciendo en su andar en la otra mano va tomando la de un niño que al igual que ella lleva una servilleta en su mano. Este al andar no va diciendo nada, va observando a las demás personas mientras que su manita izquierda simplemente se dedica a levantar la servilleta. Cerca a mi el voltea y le dice – abuelita ya me cansé de vender- baja la mano y le da la servilleta; ella la toma y le dice –¡huevón!-.

Picardía.

No se que halla sido pero se me hizo algo curioso, sucede que en estos días he ido un poco a hacer ejercicio, ya pesas por todos lados, sudor, cansancio, corazón latiendo por el esfuerzo, se termina la rutina es hora de partir, pero antes de eso veo a una niña en la ventana, observando atentamente y tomando un celular del cual escucha música de banda a todo volumen, no le di importancia desde que apareció sino hasta el final. Sudando dejo las cosas que ocupé en su lugar, una persona mas se encuentra ejercitándose, la música de la niña ocupa el local completo, cuando la miro ella aparenta no poner nada de atención a lo que hace uno. Dejo a un lado el lugar, salgo, me encamino al carro y puedo observar como ella se abalanza a tomar fotos del muchacho que queda, foto tras foto, siguiendo sus pasos y movimiento al hacer los esfuerzos, una niña de no mas de 12 años, probablemente su primera ilusión, fantasía o yo que se. La música de banda, de borracheras y mujeres acompaña todo estas imág

La llamada.

Caminando por la calle un día paso por el punto donde se reúne el conocido escuadrón de la muerte; que es un grupo de no mas de cinco personas que tienen como único fin beber y beber durante todo el día, pero esta anécdota va sobre uno de esos personajes. En esta caminata encuentro a uno de ellos tirado en una esquina, mientras que otra se encuentra haciendo unas señas bastante ridículas por las condiciones en las que se encuentran, pero hay un detalle en esta acción. Tiene una mano puesta en posición de un “teléfono”, dedo pulgar y meñique estirados mientras que los otros dedos apuntando al centro de la mano. Mientras que la otra mano haciendo señas y movimientos fuertes, gesticulando con el rostro. Las ilusiones del alcohol después de estar todo el día consumiendo esa espirituosa bebida hace que ella piense que está en una gran charla con alguien, aunque ella no le pueda decir nada porque es muda.

Previo a la marcha

Salí a la actividad sindical, tomando en cuenta que ya llevaba algo de tiempo sin poder participar como antaño, consideraba que ya era hora de regresar al andar. Llegamos temprano como se acostumbra en las actividades y se comenzó a juntar las firmas de los compañeros que habían asistido en esa ocasión, no eran mucho pero los suficientes para poder comentar que se va actuando un poco mas. Platicando con una de las compañeras salió ese comentario, de que a unos metros de donde se encontraba el contingente había una muchacha que recién fue atropellada. Cerca de un puente peatonal. El detalle no es solamente eso, sino que los compañeros y las personas que estaban por el lugar no hacían nada por apoyarla, mas bien sacaron los celulares para grabar a la accidentada. Hasta que punto la era virtual nos ha hecho insensibles que nos suceden en la vida, en vez de apoyar a quién está en desgracia se le deja en su condición y todavía se sacan celulares para poder constatar que estaba tirada en

Las condiciones.

Muchas veces cuando trabajamos no nos damos cuenta de algunas condiciones bajo las cuales viven los niños con los que trabajamos, esta vez es una de esas experiencias del servicio que marcan un pequeño análisis. En la escuela, por motivos de poder recuperar un poco los recursos necesarios para pagar unos vestuarios, se realizó una función de cine para que los niños pudieran pasar un momento de esparcimiento, mientras que se recuperaba un poco el dinero para pagar el adeudo. Algunos niños pagaron su entrada sin mas, pero uno de ellos no pudo pagar, no me di cuenta, en si los que pagaron fueron la mayoría mas no todos, pero como mi intención ha sido apoyar a todos e intentar tratarlos en las mismas condiciones. Pensé en pagar la entrada a los niños que no pudieran, pero no se los comenté a tiempo, por que hubo una reunión en la dirección para tratar otros asuntos. Los niños entraron a la sala, no pude observar quienes entraron y quienes no. Pensé que todos estaban dentro. Terminó la r

Un accidente en el camino.

Ya me había tocado alguna vez, vivir accidentes o estar muy cerca de uno, pero en esta ocasión no es una historia sobre mi, sino algo que pude ver en uno de esos viajes hacia el trabajo. Llegué al crucero, y por casualidad me encontré a un compañero que estaba esperando a cualquiera para poder ir acompañado y no dormir en el camino. Cuando lo vi me dio gusto, por que pensé que era una buena opción para poder ir mas rápido a la comunidad. Íbamos conversando sobre muchas cosas que nos pasan y algunas cosas sentimentales que en ocasiones vivimos, la clásica conversación de la elección de la pareja. Así transcurrió el camino, hasta que llegamos a detenernos por que estaba una gran hilera de carros parados, seguíamos conversando pero pensé que seguiría mi camino por que debía llegar a mi trabajo, personas importantes me esperaban, además de una solicitud de suma importancia debía ser entregada. Me despedí y empecé a caminar, el camino era algo largo. Camionetas, tráileres, carros y demás

Los cotorritos.

Estábamos parados, esperando, las lluvias han estado en toda la región desde varios días, en esta ocasión no era mucha la diferencia. El cielo se encontraba todo oscuro amenazando con una lluvia, el cerro de Chihuitán estaba totalmente cubierto por nubes, según dicen esto es por que va a llover. Todo hacia creer que así sería llovería tarde que temprano, nubes negras por todo el cielo el cerro cubierto por nubes. Aunque las condicione eran esa, seguíamos esperando, pero se escucharon unos cotorritos en el cielo, los busco con la mirada y logro ver un pequeño grupo de alrededor de 15 volando. Mi mama cuando los escucha me dice, “antes la gente decía que si los cotorros salían de donde estaban, es por que ya no va a llover”. Como íbamos a estar algo de tiempo esperando, puse en mi mente la intención de ver si sucedía algo de esto. En la espera, si hubo una llovizna muy leve, pero fue por unos minutos. De las tres horas que estuvimos esperando fue todo el agua que hubo. Por lo menos

La corrupción.

Por lo regular no vemos con detalle muchas cosas que pasan a nuestro alrededor. Una de estas cosas que pueden servir para intentar comprender el papel de lo cotidiano y con su reproducción del sistema social. En esta ocasión estaba esperando a que me tocara recibir unos papeles, éramos muchos los que estábamos ahí. Se levantó una lista para que como fueran llegando, se fueran entregando los documentos. Pero como siempre los vivales se pasan las listas y las filas. Algunos nos mantuvimos callados, eso es ser cómplice de esto, pero quien se encargaba de darlos, era uno de los coparticipes, por que si se los daba. Algunos compañeros que estuvieron esperando por medio del orden, se desesperaron y cayeron en eso. Tristemente con esto se puede dar uno cuenta que la corrupción la hacemos todos, no solamente el sistema, sino que ya esta en el imaginario social como algo valido, como una forma de hacer las cosas mas fácilmente y sin estar preocupándose de nada.

Viajando.

Pocas personas que nos encontramos día a día, nos dejan alguna señal de las intenciones que tienen o como son. En su mayoría encontramos a personas que cargan sus problemas en la calle y las vemos con caras largas. Pero en esta ocasión me sirvió mucho estar viajando para llegar a la casa. Traía una guitarra que iba a llevar a un amigo, pero no tenia otra manera mas que traerla en la mano. Paro una camioneta pasajera para seguir transbordando. En ella un grupo de personas tenían el mismo camino. Uno de los pasajeros que prefería estar parado me señala un lugar vacio. Así mismo un usuario me pregunta ¿subes a los camiones a tocar? ya le comenté que no era así que en realidad estaba apoyando a un amigo trasladando su guitarra, y que en su momento si tocaba el instrumento pero ya hacia bastante tiempo que lo había dejado. Se me hizo un detalle de comunión. Este señor era moreno de talla pequeña, llevaba vendiendo una gran cantidad de frituras y cacahuates, así como algunas pepitas. Su r

El rapto

En el istmo podemos ver muchas cosas que nos dan identidad, una de las que me han sorprendido es el rapto, si bien llevo años en esta región, no había tenido la oportunidad de observar esta de manera directa. El rito comienza cuando la pareja se pone de acuerdo para salir juntos de la casa de la novia, con  la intención de forma una familia. Ya cuando la pareja se encuentra en la casa del novio, es cuando pasa el rompimiento del himen por parte del novio, quien recibe las indicaciones de la madre para que el realice este acto. La pareja pasa a un cuarto donde el muchacho hace lo que se le había indicado. En la desfloración el muchacho recoge la sangre que salga del rompimiento y lo pasa por un trapo blanco para que quede la marca y pueda ser vista por todos los familiares y amigos. Para demostrar que la mujer salió virgen. Después de esto, la muchacha es acostada en la cama, la tapan con una sabana blanca ya que comienza a sufrir de fiebre. Así pasará durante dos días acostada, bajo